En la vida, el acto de dar es a menudo considerado un gesto noble y deseable. Queremos dar amor, dar apoyo, dar nuestra energía y tiempo a los demás. Sin embargo, para poder dar de manera auténtica y abundante, primero debemos aprender a tomar, a recibir lo que la vida nos ofrece.
Es así como primero debes recibir. Esto no se trata de un acto egoísta, sino de reconocer que no puedes ofrecer aquello que no tienes. Si quieres amar profundamente, primero debes permitirte ser amado. Si deseas dar energía y vitalidad, primero debes nutrirte y cuidarte.
Tomar es entonces, un acto de inhalar la vida, de abrirte a lo que la divinidad tiene para ofrecerte. Es llenarte de aquello que necesitas para ser pleno y, desde esa plenitud, poder compartir con otros.
Al recibir conscientemente, te estás preparando para dar desde un lugar de abundancia y no de carencia. Pues así como un vaso vacío no puede saciar la sed de nadie, tú tampoco puedes dar de ti mismo si no te has llenado primero.
Ten en cuenta que la vida es un flujo constante de dar y recibir. Mantener este equilibrio es esencial. Permítete tomar lo que necesitas para nutrir tu ser y luego da desde ese lugar de plenitud y gratitud.
Toma para ser, toma para tener, este es un recordatorio poderoso para que se te grabe que antes de dar, primero debes recibir. Al nutrirte y llenarte, no solo fortaleces tu propio ser, sino que también amplías tu capacidad de dar con autenticidad y generosidad. Inhala, recibe la vida en toda su abundancia, y desde ese lugar, podrás dar amor, apoyo y energía con todo tu ser.
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